domingo, 4 de agosto de 2013

La Trampa de las Tarjetas de Crédito y Cómo Evitar Caer en Ella

Espero que la siguiente informacion sea de manera clara y concisa .Muchas personas piensan que es malo tener tarjetas de crédito, ya que son instrumentos muy peligrosos. Yo no comparto esta opinión.
Las tarjetas de crédito son instrumentos que, desde mi punto de vista, son necesarios. Sin ellas, por ejemplo, no es posible rentar un auto, o reservar una noche en un hotel, ya que sirven como garantía. Por lo mismo, también son necesarias para situaciones tan graves como por ejemplo: ingresar de emergencia a un hospital privado, ya que aunque uno cuente con seguro de gastos médicos mayores, requieren que uno deje un voucher abierto para garantizar de alguna manera el pago.
Adicionalmente, éstas a su vez ofrecen muchos beneficios si se utilizan correctamente: desde un financiamiento gratuito (si se paga el saldo completo cada mes) hasta seguros que en ocasiones son valiosos, como el de accidentes en viajes, compra protegida o incluso extensión de garantía. 
Entonces, podemos decir que las tarjetas de crédito no son malas, lo que es malo es no saber utilizarlas de manera correcta y cuidadosa.
La Trampa de las Tarjetas de Crédito
Ahora bien, las tarjetas de crédito también pueden ser una trampa, como lo han sido para muchísimas de las personas que me escriben. Veamos por qué.  
Cuando uno utiliza tarjetas de crédito para realizar sus compras cotidianas, pero no paga (o no puede pagar) el saldo total al corte de cada mes, de tal forma que no se generen intereses, entonces en realidad uno está gastando más dinero del que gana. Esto, aunado a las altas tasas de interés que normalmente cobran estos plásticos, es lo que a la larga genera los problemas.  
Por ejemplo, si uno ve en un centro comercial una chamarra de 2,000 pesos, el pago “mínimo” al hacerlo con tarjeta de crédito sería de tan sólo 100 pesos al mes. Muchas personas se dicen a sí mismos: “pues no me puedo comprar la chamarra porque no tengo hoy los 2,000 pesos, pero sí puedo pagar 100 pesos cada mes a la tarjeta”. Y lo compran.  
Hasta ahí no pasa nada. El problema es que mañana el niño necesita pantalones, la señora un vestido, y el señor un nuevo traje. Luego vemos una promoción a meses sin intereses y la aprovechamos. Y así sucesivamente – el monto que gastamos a costa del crédito va creciendo poco a poco.  
De pronto, nos enfrentamos a que el pago mínimo que tenemos que cubrir cada mes, por compras anteriores, se ha convertido ya en una carga muy pesada para nuestro presupuesto. Esto en sí ya es un gran problema, pero no es el más importante. Por el contrario, el gran tema es que viene acompañado del hecho de que ahora ya nos hemos acostumbrado a gastar más de lo que ganamos.  
Por lo que el golpe viene de los dos lados, y con toda su fuerza. Entonces, para poder pagar nuestras deudas, no sólo tenemos que recortar ese exceso de gasto que forma ya parte de nuestro patrón de consumo, y que puede ser muy significativo. En muchos casos implica también tener que hacer un recorte adicional, para poder pagar más del mínimo y de esta forma aspirar a que nuestra deuda realmente pueda disminuir. Y ahí es donde, mucha gente, realmente no puede lograrlo.  
Es evidente, incluso, que en nuestro país mucha gente cae en esta trampa, porque el salario no alcanza desde un inicio. Entonces se tiene que recurrir al crédito para poder solventar necesidades básicas. Para ellos, el golpe es mucho más fuerte: y es muy difícil salir de él. 
El Conocimiento nos Permite Evitar la Trampa
Como muchos de mis lectores regulares saben, soy un convencido de que la psicología de las personas juega un papel fundamental en sus decisiones financieras, y en este caso no es la excepción. Para muchas personas, el uso de la tarjeta de crédito crea un espejismo – una ilusión – de que nuestra situación – nuestro poder de gasto, es mucho mayor de lo que en verdad es.  
Por eso, es muy importante entender que el uso correcto de la tarjeta de crédito consiste básicamente, en aprovechar sus beneficios, sin caer en la trampa. Sin gastar más de lo que uno gana: lo cual implica necesariamente tener la capacidad de pagar el saldo completo (salvo lo que corresponde a promociones sin intereses) cada mes.  


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